Es común pensar que el acné es una condición exclusiva de la adolescencia. Sin embargo, aunque es más frecuente durante esa etapa, el acné puede aparecer en cualquier momento de la vida, y las razones detrás de su persistencia o aparición tardía son diversas. A lo largo de mi experiencia clínica, he recibido numerosas consultas de pacientes adultos que se sorprenden al enfrentar brotes de acné mucho después de la adolescencia. Preguntas como “Doctora, ¿por qué tengo 27 años y nunca he tenido acné hasta ahora?” o “¿Por qué, después de haber superado el acné en mi juventud, vuelvo a tener brotes a los 30?” son más comunes de lo que se piensa.
Hoy en día, entendemos que el acné no tiene edad. Se trata de una enfermedad dermatológica inflamatoria y crónica, lo que significa que puede prolongarse en el tiempo, con períodos de empeoramiento o, en algunos casos, nunca mejorar del todo. Esta realidad nos ha llevado a clasificar el acné en la mujer adulta como una categoría especial, especialmente en aquellas mayores de 25 años, con tres presentaciones típicas:
- Acné Persistente: Este tipo afecta a mujeres que comenzaron a tener acné en la adolescencia y, a pesar de algunos períodos de mejora leve, continúan padeciendo brotes, a veces mínimos, a lo largo de los años.
- Acné de Inicio Tardío: Este tipo se presenta en mujeres que nunca tuvieron acné en su juventud, pero que comienzan a experimentar brotes después de los 25 años, a veces de forma severa, con quistes y lesiones inflamadas que pueden dejar cicatrices.
- Acné Recurrente: Afecta a aquellas que tuvieron acné en la adolescencia, experimentaron una mejora significativa, pero con el tiempo, el acné reaparece de forma recurrente.
Entender estas categorías nos permite reconocer que el acné no es exclusivo de los adolescentes. Es importante destacar que el acné también puede presentarse en mujeres menopáusicas y posmenopáusicas, lo que requiere una evaluación y un tratamiento especializado.
Si tienes más de 25 años y estás experimentando brotes de acné, es fundamental que consultes con un dermatólogo. Además, es posible que necesites una evaluación hormonal con un ginecólogo o endocrinólogo para identificar posibles trastornos hormonales subyacentes y así determinar el tratamiento más adecuado para tu caso.
El acné es una condición que puede acompañarnos más allá de la juventud, pero con el diagnóstico y tratamiento correctos, es posible controlarlo y mejorar la calidad de vida. No dudes en buscar ayuda profesional si te encuentras en esta situación.